sábado, 7 de diciembre de 2013

Como sanar un corazón roto para "Dummies"

Cuando uno termina una relación generalmente alguien dice esta frase, o algo parecido: "Terminamos, esto acaba aquí y ahora". Para que esta afirmación fuera realidad necesitaríamos un aparato que borrara la memoria y otro que desvaneciera sentimientos.  Aunque así lo parezca, una relación amorosa no acaba en el momento en que se "rompe" dicha relación; si fue realmente significativa cuando ésta termina es solo el comienzo del camino para sanar un corazón roto.

En lo personal, ayer logré cerrar emocionalmente uno de los capítulos amorosos más dolorosos de mi vida. Pero lograr esto me llevó varios años.  Al analizar este proceso me di cuenta que no fue muy diferente a las etapas del duelo, y también noté que muchas personas sufren de largos procesos para superar un desamor, especialmente cuando fueron heridos por la infidelidad u otras circunstancias dolorosas.

Quiero compartir con ustedes cómo pasé cada una de estas etapas y tal vez ustedes puedan sentirse identificados.

1. NEGACIÓN. 
Si lo vemos desde el punto de vista de negar que la relación acabó, esa etapa no fue tan larga para mí, ya que lo que me sucedió fue "gota a gota" no algo traumático como una infidelidad o parecido; haciendo más fácil la asimilación.  Pero sí hubo una negación larga y enorme en mi responsabilidad en cuanto a lo sucedido en la relación.  Uno tiene la tendencia en este punto de culpar al otro sin poder ver sus propios errores, y es cuando nos victimizamos, exageramos, y comenzamos a asignar culpas a diestra y siniestra.
Esta es la etapa del típico "Ella me orilló a hacer lo que hice", o del "Yo lo di todo por él y mira cómo me paga". 
 Eso no quiere decir que a veces sí sea cierto que no es nuestra culpa, pero generalmente cuando acaba una relación es cosa de dos, en mayor o menor grado nuestros actos, palabras o actitudes hacen que se pierda el desequilibrio en una relación, llevándonos a nosotros o a nuestras parejas a tomar decisiones incorrectas.
También aquí podríamos intentar hacer de todo para que la otra persona vuelva a nosotros, poniendo en peligro nuestra autoestima y tomando decisiones impulsivas de las que podríamos arrepentirnos más adelante.
¿Cuál es la mejor forma de salir de esta etapa? Cuando tenemos la capacidad de analizar con madurez nuestra relación y lo que llevó a la ruptura, podríamos hacer cambios, aceptar responsabilidades, y sanar heridas; y es en este punto en que muchas personas logran arreglar sus diferencias, vuelven a intentarlo y tienen una relación exitosa de allí en adelante.  Pero enfrentémoslo, esa no es la regla, es la excepción. Pocas personas he visto que con tanto dolor dentro pueden asumir responsabilidades.  Así que en este punto lo ideal es tratar de ver nuestros errores objetivamente, y si el dolor no lo permite al menos tratar de mantener la calma y no hacer más daño del que ya se ha hecho.  
En este punto es muy útil acercarse a alguien imparcial, en quien confiemos, que pueda escucharnos y guiarnos a poner nuestra situación en perspectiva.  Debemos evitar aquellas amistades que nos incitan y nos impulsan a victimizarnos aún más.  Lo más peligroso es que el mal manejo de esta etapa provee el combustible necesario para entrar con toda la energía a la desastrosa siguiente etapa. 

2. IRA. 
Esta es la etapa en la que más tonterías cometemos y de la que más nos arrepentimos después. La psicóloga Jennifer Kromberg la describe muy bien: "El enojo puede manifestarse de muchas maneras diferentes. Por ejemplo, ira hacia el ex (‘¿Cómo pudo hacerme esto a mí?’ ‘¿Por qué no puede dejar de ser tan egoísta?’”), ira contra Dios o el universo (“¿Por qué me pasa esto a mi? ¿Tengo una maldición?”), ira hacia personas o situaciones asociadas a la ruptura (contra otra mujer, la pérdida de su trabajo, los cambios), e ira contra personas que no están de acuerdo contigo (“¿Puedes creer que ellos todavía quieren ser amigos de él después de lo que me hizo?”)."

Yo he vivido y visto de todo: indirectas y directas en muros de facebook, twitter y cualquier otra red social, llamadas telefónicas amenazadoras, palabras hirientes y llenas de reclamos, desprestigio, empezar otra relación solo para provocar celos, mensajes de texto, llamadas desesperadas, visitas vergonzosas, mentiras, gritos, etc.  No les voy a decir cuál de estas apliqué yo en mi relación porque me daría mucha pena, pero fueron varias... y el que no haya hecho al menos una de estas en su vida, que levante la mano porque me gustaría conocerlo, seguro no viene de este planeta.  
Como seres humanos somos muy impulsivos cuando nos domina la ira, especialmente si está bien fundamentada en el despecho y el dolor. 
El no pasar esta etapa es casi imposible, todos en algún grado sentimos el dolor y deseo de ir a ponerle un buen golpe a quién nos ha hecho daño.  Si no sabemos controlarnos, lo hacemos; y si nos controlamos terminamos con un gran sentimiento de impotencia.
La clave en este etapa es el famoso "alto, piensa y actúa".  El estar conscientes de nuestro enojo nos permitirá controlar los impulsos que tengamos.  Como "alto" podemos poner a nuestra conciencia que nos habla, ese sentimiento de que lo que haremos no está bien; y si no somos tan disciplinados como para obedecer a nuestra conciencia entonces ese amigo imparcial nos puede ayudar a darnos cuenta de que lo que haremos nos dañará a nosotros y a la otra persona.  Otra vez, alejémonos de aquellos que nos incitan y hasta ofrecen ayudarnos a tomar venganza... les prometo que son los primeros que salen corriendo a la hora de asumir responsabilidades.  Si no tienes a quién acercarte confía en mí y mi experiencia: antes de hacer alguna de las cosas antes mencionadas (o cualquier otra que te dicte tu imaginación) por favor para y no la hagas. Luego piensa si esto tendrá consecuencias, no sólo físicas sino también emocionales.  Aunque al principio estos comportamientos dan satisfacción, a largo plazo sólo acarrean vergüenzas y arrepentimientos que pudieron haberse evitado.  Finalmente, actúa o no actúes; es tu decisión.  Actuar también podría significar retroceder, encerrarte con llave en tu cuarto si es necesario y que se lleven la llave hasta que ya te hayas calmado.  
Como último consejo: la ira puede canalizarse de otras formas, ocúpate en algo que te guste, haz algo que siempre has querido hacer, inicia un proyecto, visita personas que no has visto en algún tiempo, trabaja en tu espirtualidad, aprende a tejer si quieres... pero una mente ocupada es una mente sana, libre de locura.

3. NEGOCIACIÓN. 
En esta etapa negociamos la posibilidad de volver o de enmendar heridas; pero las personas lo enfrentan desde diferentes perspectivas.
Están aquellos que quieren volver con su pareja y hacen lo imposible por regresar.  Pueden negociar cambios de actitud, dejar vicios, otras relaciones, etc. con tal de volver a tener la relación que desean. En lo personal la viví más desde el punto de vista del reflejo de la etapa anterior.  En mi etapa de la ira hice tantas cosas desesperadas que luego que la pasé, me sentía muy pero muy mal.  Mi único deseo y esperanza era enmendar los sentimientos y las heridas no con el fin de volver, sino de calmar mi conciencia. Pero es aquí donde te das cuenta que lo que se hizo no tiene vuelta atrás, por eso debemos tener conciencia de la etapa de la ira para evitar estos sentimientos tortuosos.
Lo más importante de esta etapa es cuidar nuestra autoestima.  Debemos estar conscientes que es posible que la otra persona no desee volver o no está en la disposición de perdonarnos, así que tenemos que recordar que valemos y que el fin de una relación no es el fin del mundo.  
Este es un excelente momento para acercarse al ser Supremo, de la forma en que lo concibamos. El tener a quién acudir en los momentos en los que tenemos que aceptar que no hay vuelta atrás y que hay cosas que no se pueden enmendar; nos da paz y la esperanza de que hay un plan preparado para nosotros más allá de nuestro entendimiento. 

4. DEPRESIÓN.
Esta es una de las etapas más difíciles.  En este es cuando regresan los recuerdos hermosos y crecen los "hubiera". La licenciada Kromberg hace referencia a las conductas que solemos tener: "Durante esta etapa es normal sentirse cansado, querer desconectarse de la gente, estar solo, llorar y pensar mucho, tener problemas para dormir o dormir demasiado, perder el apetito o comer en exceso, aumentar el consumo de drogas o alcohol, y experimentar sentimientos de desesperanza."
Yo pasé mucho tiempo en esta etapa aunque de forma pasiva.  A ver, les explico: aunque soy una persona muy alegre que sabe manejar sus emociones y que pocas veces las muestra, por las noches y en los momentos de soledad me dolía pensar mucho en los errores que había cometido, en lo que pude haber hecho diferente y la seguridad que tenía de que no podría hacer nada al respecto.
En mi vida el papel de Dios fue importante, al recordarme mi origen divino y la esperanza del perdón; pero no el perdón de la otra persona sino el perdonarme a mí misma y poder seguir adelante.  También la compañía de buenas amigas que me escucharon sin juzgarme y que me ayudaron a reconocer mis cualidades me hizo mucho bien.  Así que el consejo está más que implícito: acérquense al Ser supremo y busquen la compañía de personas que las conozcan y las apoyen llenándolas de pensamientos positivos. 
En este punto hay que evitar las canciones que traen recuerdos, leer de nuevo todas las cartas, visitar los lugares que evocan sentimientos dolorosos, etc. Háganlo una vez como una forma de despedida, pero luego borren esa canción de su reproductor de música, tomen un camino diferente para no pasar frente a ese restaurante.  Y verán que con el tiempo cuando la herida haya sanado, podrán repetir todas esas cosas ya sin sentir dolor, solo nostalgia sana, de la que no duele sino que trae alegría por el recuerdo de los buenos tiempos.
Sin embargo esta etapa no es del todo mala, este dolor generalmente nos lleva a reconocer nuestra responsabilidad y hacernos conscientes de las cosas en las que fallamos, y esta interiorización es quizás lo más importante en el proceso de sanación de una ruptura, porque no sólo nos ayuda a superar esta etapa sino a hacernos conciencia y no cometer los mismos errores en futuras relaciones.


5. ACEPTACIÓN.
Esta es la etapa que todos deseamos alcanzar, la que creemos que nunca llegará. El aceptar no tiene sólo que ver con comprender que una relación ha terminado, porque esto puede suceder en cualquiera de las otras etapas. Como bien dice la licenciada Kromberg, esta etapa nos lleva a “hacer las paces con la pérdida”. La aceptación tiene que ver con el perdón, el entender que hay ciertas cosas que no pueden cambiar, sino que estamos listos para dejar ir los sentimientos de dolor y concentrarnos en seguir adelante con nuestras vidas. 
En esta etapa es bueno reconstruir relaciones con nosotros mismos, conociéndonos mejor, dándonos tiempo para cuidarnos y consentirnos; pero también podemos intentar que la otra persona sepa que hemos sanado y que estamos dispuestos a perdonar y perdonarnos. Por supuesto, esto lo debemos hacer de forma humilde y sincera, sin el más mínimo sentimiento de reclamo y negativismo.
Esta fue para mí quizás la parte más liberadora.  Pasé semanas pensando cómo decirlo, pero al fin me decidí y pude expresar lo que sentía en cuanto a mi responsabilidad en la ruptura, y el expresar una sincera disculpa por dicha responsabilidad y el ofrecer el perdón tanto a él como a mí misma me cambió la vida.  No tengo idea de lo que él piense al respecto y no necesito saberlo.  Estas son aquellas cosas que dices y haces sin esperar una reacción o una respuesta.  Es algo liberador.

Algunas relaciones terminan de mejor manera que otras, otras tienen heridas más profundas, por lo que no todos pasamos por estas etapas de la misma forma, pero sólo el hecho de estar conscientes nos ayuda a pasarlas mejor, dejando menos efectos secundarios en el camino. 

Al fin, siento que el luto se acabó. Si pudiera regresar el tiempo, posiblemente afrontaría cada una de las etapas de forma más madura y sin herirlo y herirme tanto como lo hice, pero lo importante es que puedo decir "prueba superada" y comenzar de nuevo cuando la vida me presente la oportunidad.  Lo más hermoso es que este proceso me enseñó mucho sobre mí y me ayudó a crecer y madurar.  Muestra de ello es el sentimiento de querer compartirlo con ustedes.

Ahora, ¿quieres saber si ya lo superaste y estás listo para continuar? Entonces analízate a luz de estas afirmaciones:

  • Ya no te afanas en que la otra persona cambie, aceptaste que es como es y eso no afecta tu vida
  • Puedes recordar sin dolor.  Sientes nostalgia, pero no hay resentimiento.
  • No sientes una necesidad imperante y punzante de empezar otra relación.  Puedes estar solo y eres feliz.
  • Puedes volver tranquilamente a las rutinas y actividades que te gustan pero que te recordaban esa relación.
  • Puedes conversar con otros de esa relación sin hablar mal de tu ex. 
  • Ya no sientes la necesidad de contactar a tu ex para tratar de arreglar la situación entre ustedes (podrías querer contactarlo para saber cómo está pero sin falsas esperanzas)
  • Puedes ver claramente cuáles fueron tus errores y estás consciente del daño que estas causaron en la relación
  • No revisas compulsivamente el perfil de tu ex en facebook, twitter o similar
  • Puedes aceptar que tu ex está en una relación y eso no te provoca depresión inmediata
Si hay uno o varios puntos de estos con los que aún te identificas podrías estar todavía en alguna de las etapas anteriores.  Así que a trabajar por salir de una vez y por todas de esa relación que no te deja seguir con tu hermosa vida.


Y si te preguntas si yo estoy lista para empezar de nuevo... ¡más que lista!


miércoles, 23 de octubre de 2013

Reflexiones sobre la actitud (De la teoría a la práctica)

Hoy sucedieron algunas cosas que me hicieron reflexionar sobre mi actitud...

  • ¿Qué pasaría si en lugar de tratar de entender por qué la gente actúa de cierta manera me dedico a descubrir qué pude haber hecho yo que causó dicha conducta en el otro?
  • ¿Y si en lugar de justificar mis conductas y juzgar a otros me doy una vuelta por mi interior para ver qué puedo mejorar?
  • ¿Cómo reconstruir relaciones deterioradas por el tiempo y por los malos entendidos, las suposiciones y las habladurías para poder convivir en paz con quienes te rodean?
  • ¿Cómo bajar tu energía creativa y proactiva para no sobresalir tanto que opaques a otros que también tienen talentos extraordinarios?
  • ¿Y si en lugar de buscar el perdón me enfocara en buscar entender y nunca ofender?
  • ¿Cómo ganar de nuevo la confianza de quienes por cualquier razón ya no confían en ti?

Por supuesto que lo más fácil es ignorar todas estas preguntas y seguir adelante. Pero no se crece de esa manera. Y no es que uno le tenga que caer bien a todo el mundo, pero quisiera llegar a un punto en mi vida en el que ninguna de mis acciones causara dolor a otros, al menos a propósito. He allí el desequilibrio emocional entre conocer la teoría y el verdaderamente ponerla en práctica. Esto es difícil.

miércoles, 14 de agosto de 2013

FRENTE AL ESPEJO

Hoy me vi en el espejo y por primera vez en mucho tiempo me amé completa.

Me amé gordita, porque es muestra de que aún en los momentos difíciles Dios me bendijo con abundancia.

Amé mis pies cansados y un poco agrietados, porque dan testimonio de que el trabajo nunca ha faltado.


Amé mis arrugas alrededor de la boca, porque demuestran que en el camino recorrido he sonreído demasiado.


Amé mis brazos que me recordaron los amigos que me han llenado de abrazos de alegría y de consuelo.


Amé mis varias canas, que atestiguan las pruebas que he vivido pero que me han hecho más fuerte.


Amé mis cicatrices, especialmente la que dejó la huella del milagro que me permite ser madre.


Amé mis ojos, porque pude ver reflejada el alma de mi familia y el maravilloso legado que me heredaron.


Me vi respirar y amé mi vida, porque supe sin duda que soy una hija de Dios, que Él me ama como soy y por un momento pude verme como Él me ve... y ¡Cuánto me amé!

viernes, 10 de mayo de 2013

La verdadera belleza

La belleza no está directamente relacionada con el peso. Qué los hombres prefieran a las mujeres delgadas es un hecho, es algo cultural; las mujeres rompemos un poco más esa regla, aunque no tanto como deberíamos. 
La realidad es que cuando tienes una relación estable te das cuenta que la belleza que hace que esa relación dure es la interna, que una buena figura o una cara hermosa se olvida fácilmente si está acompañada de malos sentimientos o malos tratos. La nobleza, la caridad, la ternura, el amor genuino y los buenos sentimientos se reflejan; y enamoran: permanentemente.
Este no es una publicación a favor de los gorditos lindos como yo, como podría suponerse, sino un llamado para buscar la verdadera belleza en los demás, y prestarle menos atención a lo superficial.
Desafortunadamente, para mí esa es una lección aprendida un poco tarde en la vida.