jueves, 7 de abril de 2011

De como regresé a ser Madre por la mitad de la paga

Yo solía ser una flamante "Asistente Virtual" en una innovadora empresa.  Imagínense estar en un país tercermundista pero poder trabajar con altos ejecutivos de diferentes culturas en Estados Unidos. Además estaba involucrada en el entrenamiento interno y de nuevos empleados. La paga no era lo máximo pero sí muy buena y alcanzaba para lo que yo necesitaba incluyendo gustitos y hasta sobraba un poco.  Luego también me ofrecieron un aumento significativo si estaba dispuesta a trabajar de una a dos horas más cada día.

Para muchos fue sorprendente que de un momento a otro yo decidiera dejar ese trabajo y tomar uno de medio tiempo como maestra, mi primera vocación.  "Mal pagada y maltratada" me dijo una conocida.  "Estás loca", me dijo otra persona.  "¿Que vas a ganar la mitad, decís?, pues no te entiendo" me dijo alguien más.

Una de las razones por las que decidí dejar mi estresante vida de asistente virtual para volver a mis raíces en la docencia fue en parte lo mucho que extrañaba la belleza de trabajar con niños inocentes, pero tuvo más que ver con mi responsabilidad como madre (y padre). En un inicio cuando la situación  familiar se complicó mi hija y yo quedamos solas en casa, por lo que decidí que era hora de tomar las riendas y sacar adelante al hogar y proveer para nuestras necesidades.  Entonces empecé a trabajar arduamente de sol a sombra y con todas mis fuerzas (y para qué negarlo, también para mantener mi mente ocupada y olvidar un poco la situación que estaba pasando). Y efectivamente tuve la capacidad de proveer, pero sólo económicamente.  

Entonces empecé a notar algunos patrones en la conducta de mi hija: que estaba ansiosa, a veces triste, muchas veces malhumorada, hasta un poco "malcriada".  Y después de un exhaustivo auto-análisis llegué a la conclusión de que muchos de los comportamientos de mi hija tenían que ver conmigo.  La mayoría de problemas se derivaban no sólo de la ausencia repentina de su padre sino de la mía también. Es decir, ella estaba viviendo con falta de rutinas, disciplina asertiva, de convivencias edificantes y experiencias de madre e hija. Por supuesto que ella no estaba abandonada pues su abuelita la cuidaba muy bien, pero lo cierto es que no hay reemplazo para una madre y un niño lo sabe o por lo menos lo siente, aunque no sepa expresarlo.

Cierto día mientras trataba de luchar con mi conciencia y determinar cómo le íbamos a hacer si yo dejaba el trabajo y comenzaba a ganar la mitad de mi sueldo, encontré la respuesta a todas mis inquietudes en las sabias palabras del Presidente Ezra Taft Benson que luego repitió el Presidente Packer:  Madres en Sión, su cometido divino es tan fundamental para la salvación de su familia. Por encima de cualquier cosa que se pueda comprar con dinero, el niño necesita una madre; y el dedicarle tiempo es el mayor de todos los regalosSiempre que sea posible, estén presentes y disponibles cuando sus hijos entren y salgan. Entre los mayores problemas que enfrenta nuestra sociedad, esta el de los millones de niños que vuelven diariamente a una casa vacía y sin supervisión debido a que ambos padres trabajan..  

Entonces entendí, o me hizo “click”, por así decirlo.  Por supuesto que el dinero es importante para el bienestar de un niño pero más lo es el amor y el tiempo de su madre.  Y vi todo claro: Con la mitad de la paga no habría más idas al cine cada fin de semana, pero sí paseos en el parque casi todos los días.  No comeríamos tanto en restaurantes, pero compartiríamos al hacer la comida juntas en casa.  No tendría la ropa de moda, pero sí alguien que la cobijara para una siestecita en la tarde y le cosiera su ropita no tan nueva antes de salir a jugar.  No recibiría todos los gustos de juguetes y caramelos, pero sí los cuentos, las palabras dulces, los consejos y el amor constante de mamá. No estaría en el mejor colegio pero sí tendría el apoyo permanente durante sus años de educación.  No recibiría el regalo de cumpleaños más grande y caro, pero cada año de su vida tendría el regalo incomparable de los valores y la educación que sólo puede dar una madre dedicada.

Y ahora que lo estoy viviendo no me arrepiento.  Mi hija es más feliz, se acabaron las ansiedades y las conductas inapropiadas.  Mi conciencia está tranquila ya que puedo educar a mi hija como Dios espera y como a mí me parece basada en el futuro tan hermoso que imagino para ella. 

Y lo mejor de todo es que estoy allí cuando ella regresa del colegio, para escucharla, abrazarla, corregirla, jugar con ella, enseñarle, cantarle, leerle y especialmente para amarla. Porque estoy segura que ella no recordará que el dinero no fue tan abundante pero tendrá grabado en su memoria todo el amor y la dedicación de su madre que sin duda le servirá de guía para su vida y de ejemplo para cuando ella tenga sus hijos.

Y esa fue la razón.  Fue así como decidí regresar a ser madre por la mitad de la paga pero sabiendo que la felicidad de mi nena vale mil veces más que eso.

2 comentarios:

  1. Helen, me encanta tu historia!!! yo tambien tome la decision de quedarme en casa, aqui los maestros ganan muy bien, asi que fue una desicion dificil porque mi esposo todavia esta en la U, pero tienes razon, no hay nada mas satisfactorio que estar en casa con los hijos, amen a tus palabras!! gracias por compartirlo

    ResponderEliminar
  2. UN BUEN EJEMPLO DE Q TODO SE PUEDE CUANDO HACEMOS LO Q DICEN LOS PROFETAS.. GRACIAS POR COMPARTIR TU HISTORIA.

    ResponderEliminar