sábado, 18 de junio de 2011

La Discreción: Una decisión personal

Rosita y las Joyas (basado en una historia real)

- "No puedo creerlo - pensó Laura mientras caminaba hacia su escritorio - el muy hipócrita acaba de pararse la semana pasada ante todos los empleados y se jactó de sus altos valores morales y de la importancia de la familia"
- "¿Por qué esa cara, Laura?" -le dijo Carmen al encontrársela de frente en el pasillo.
- "Nada -respondió ella- son cosas que uno piensa y que a veces es mejor no decirlas"
- "Al contrario -presionó Carmen- uno necesita desahogarse, hacer catársis.  Puedes confiar en mí, pero eso tú  ya lo sabes"
- "No sé, lo voy a pensar.  Nos vemos a la hora de almuerzo y allí te cuento"

Carmen, como cosa rara, salió cinco minutos antes de su hora de almuerzo para que Laura no se sentara con nadie más y la dejara con la curiosidad.
- "Laurita, ya te compré el almuerzo" -la llamó Carmen.
- "Gracias Carmen. Te voy a contar lo que sucedió si me prometes no contarle a nadie"
- "Por supuesto, Laura, palabra de niña exploradora" -prometió Carmen
- "Está bien, ya no aguanto con esto yo sola -dijo Laura con un aire de desahogo- Fíjate que fui a dejar unos cheques al escritorio de don Luis Mejía, el Gerente General y encontré una notita medio escodida en su escritorio.  Era de Rosita su secretaria... Permíteme, Carmen, ahora regreso, voy a ir por un poco de salsa"
- "No, Laura, cómete la mía y sigue contándome, ¿qué decía la nota?"
- "Ay Carmencita, ya me está entrando la duda si contarte o no... pero voy a confiar en tí -continuó Laura un poco desconfiada- Pues la nota decía: 'Nos vemos en la joyería, gracias por pensar en mí'. Yo estoy segura de que andan juntos, ¿no crees?".
- "Tienes razón, si no por qué le compraría joyas -dijo Carmen con los ojos abiertos del asombro- Y quien lo miraba tan santito."
- "Por favor Carmen, no le digas a nadie, estoy confiando en ti, recuérdalo." Laura se veía nerviosa, algo le decía que no debió haber compartido esa información con Carmen.
- "No te preocupes, Laura.  Ya te dije que soy una tumba."

Esa misma tarde, Carmen llamó a su gran amiga Ana en Sistemas y le contó lo sucedido.  Por supuesto le rogó que no le contara a nadie, que solo necesitaba desahogarse y le agregó que de seguro y era un collar de perlas, porque ella se había dado cuenta que a Rosita le gustaban las perlas.
Indignada, Ana se lo dijo a María en Contabilidad, agregando su propio comentario de que cómo era posible que don Luis no le había querido aumentar el sueldo a ella pero sí tenía dinero para andar comprándole joyas a su secretaria.
María a su vez le contó a doña Magda de la cafetería, quién se lo comentó a la mitad de los empleados que almorzaron allí ese día, incluyendo a Nancy, la secretaria del Gerente de Recursos Humanos.
Nancy pensó que era necesario comentárselo a su jefe quién a su vez lo escaló a la Junta Directiva de la empresa. Al enterarse de esto, enviaron a alguien a revisar el escritorio de don Luis y allí encontraron la notita de Rosita.

Al día siguiente Rosita fue llamada a una reunión con el Gerente de Recursos Humanos y sin mayor explicación este le agradeció por su trabajo, ya que siempre había sido una excelente trabajadora, y la despidió.  Por más que lo pensaba y lo reflexionaba, Rosita no pudo pensar en ninguna situación que pudiera causar su despido.

Luego, al llegar don Luis a la oficina, la Junta Directiva lo estaba esperando para hablar con él.  Siendo una empresa familiar todos estaban muy preocupados por la imagen de la empresa pero habían decidido darle una oportunidad a don Luis con la salvedad de que tenía que terminar su relación con Rosita.
Al entrar a la sala de reuniones, todos lo veían con caras serias.  Le pidieron que se sentara y le pusieron frente a él la notita de Rosita.  A pesar de que el papel se veía arrugado por tanta manipulación, el mensaje se leía claramente: "Lo espero en la joyería.  Gracias por pensar en mí.  Rosita".  Don Luis intuyó inmediatamente lo que venía a continuación y pacientemente escuchó lo que cada uno de los miembros de la junta le dijo.  Al final le pidieron dar su version de los hechos y don Luis sacó de su bolsillo la copia de una nota de entrega de la joyería y la puso sobre la mesa.  Esta decía: "Nota de entrega de joyería para la Señora Cintia de Mejía.  Entregar el día de mañana a las 4 PM en su casa de habitación.  Incluir el siguiente mensaje en la tarjeta del regalo: Para el amor de mi vida.  Gracias por estos hermosos 15 años de matrimonio.  Te amaré siempre.  Tu esposo, Luis." 
Luis no tuvo que aclarar nada, Rosita lo había ayudado a escoger el regalo de aniversario para su esposa y en la nota solo estaba agradeciéndole por permitirle ayudarle.

La historia de Rosita es más común de lo que podríamos imaginar.  Muchas personas han sido perjudicadas por la lengua de otras, ya sea que las situaciones sean ciertas o solo meras suposiciones, es más, muchos de nosotros hemos sido víctimas de personas indiscretas y chismosas.  

La discreción es sinónimo de prudencia y reserva.  Este es un valor que va de la mano con la confidencialidad y la integridad. Se reconoce en el mundo de los negocios como un valor de empleados de confianza y de alto nivel ético.

Ahora viene la parte difícil, el ver honestamente como está nuestro nivel de discresión.  Hagamos un auto-análisis: ¿cuándo fue la última vez que se me confió o descubrí información confidencial o delicada? ¿Me guardé dicha información solo para mí o la compartí con por lo menos una persona? ¿Si el asunto que descubrí me incomodaba, abordé a la persona directamente antes de comentarlo con alguien más? ¿Si  me pararan frente a todos los empleados de la empresa, podría decir honestamente que nunca he revelado información confidencial o hablado de cualquier situación de algún otro empleado que requiriera de mi discreción? ¿Me atrevería a preguntar a todos si soy considerada una persona de confianza?

Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.  Yo no podría tirarla. Cada uno de nosotros ha sentido el deseo de compartir algo confidencial y posiblemente lo ha hecho, pero no me dejarán mentir que el sentimiento que viene después de hablar con alguien del asunto es incómodo y molesto.  Esto es porque la información de carácter confidencial es tan delicada que podría afectar permanentemente la vida de una persona o la situación de una empresa.

Cuidemos lo que decimos.  El cerebro es muy rápido, pero parece que la lengua es aún más rápida y tendemos a utilizarla sin pensar en las consecuencias.  La próxima vez que vayamos a decir algo confidencial o hablar de la situación delicada de otra persona detengámonos un momento y preguntémonos si perjudicaremos a alguien al compartir la información,  si la estamos diciendo solo para quitarnos la 'espinita' y pensemos seriamente en cuáles serán las consecuencias de nuestras palabras.

Cada uno de  nosotros puede hacer la diferencia.  Si nos guardamos para nosotros la información delicada y no participamos en las pláticas que incluyen dicha información ayudaremos a mantener un ambiente agradable en el trabajo y a disminuir los malos entendidos y las situaciones como la que le sucedió a Rosita.

Nota sobre la historia de Rosita: 
Rosita es ahora una Gerente de Recursos Humanos muy exitosa.  Laura sigue en el mismo puesto que cuando Rosita se fue de la empresa.  Don Luis sigue felizmente casado y es ahora parte de la Junta Directiva de la empresa.

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