sábado, 7 de enero de 2012

Hola 2012, ¡hagamos un trato!



Con tanta publicidad que invita a comenzar un nuevo año lleno de metas y esperanzas, yo decidí hacer un serio examen de conciencia para determinar si había o no cumplido mis metas del 2011.  Así que como era de esperarse, el primero de enero no lo hice (porque dormí todo el día, como todo el mundo); pero el segundo día del año me decidí a meditar en el lugar en el que puedo conversar conmigo misma y tengo suficiente tiempo para hacerlo... el tráfico de regreso a casa.

Entonces empecé la conversación conmigo misma, después de prometerme no mentirme, poner excusas, u olvidar lo conveniente.  Me hablé a calzón quitado.  Lo primero que hice fue tratar de recordar las metas.  Decidí calificarme de 1 al 10 incluyendo los aspectos de esfuerzo, constancia y logro de la meta.  Así que empecé. Leer un libro al mes: 7 puntos, jugar más con mi hija: 6 puntos, comer más sano: 5 puntos, leer más mis escrituras: 4 puntos, ser más ordenada: 3 puntos, escribir en mi blog: 2 puntos, hacer ejercicio: menos 3 puntos (Ja!)... y creo que allí voy a parar la cosa porque la idea no es avergonzarme en público.   El punto es que después de terminar de analizarme me dieron ganas de parar el carro frente a una iglesia y bajar a confesarme.

Después de un rato de pensar sinceramente las razones por las que no cumplí con la mayoría de mis metas, me di cuenta de que el problema no estaba realmente en las metas, ni en el tiempo, sino en mi actitud.  No importa las metas que me proponga en mi vida, nunca voy a alcanzarlas si no ajusto mi actitud y algunos malos hábitos que todavía tengo y que son parte de mi bagaje familiar, cultural y para que negarlo, que también he adquirido por mérito propio.

Así que hice un trato con el 2012.  Primero, por si las dudas, le pedí que por favor no sea el año del fin del mundo porque todavía tengo mucho por vivir... otra vez, sólo por si las dudas. Y para que él sea bueno conmigo, yo le propuse que mis metas no serían las mismas de siempre.  Basta de querer bajar de peso, ver menos televisión, o buscar cómo ganar más dinero; este año me propondré metas de "actitud". Eso es, ¡ACTITUD! En el 2013 me pondré las metas que no pude lograr el año pasado, pero éste me preocuparé por cambiar algunas cosas que me han impedido lograr lo que me he propuesto en mi vida.  Lucharé contra esos "demonios internos" y les daré batalla con uñas y dientes.

Así que contra todo buen juicio quiero compartir algunas de estas metas con ustedes, con la esperanza de que se sientan identificados con alguna de ellas y quizás hasta se sientan inspirados a acompañarme en mi cometido.

Meta 1: ADIÓS ETIQUETAS.  Ya basta de juzgar para mí. Las etiquetas que ponemos a las personas son muy dañinas (a mí me han dañado) y para qué voy a negarlo, yo he puesto muchas etiquetas durante mi vida.  Si no saben a lo que me refiero, es como ponerle una etiqueta al cuello a alguien por sus acciones, muchas veces por una primera impresión o por una actitud que se repite constantemente - la chismosa, el resentido social, la que no habla, el enojado, etc. Este año quito las etiquetas que he puesto y me propongo no poner ninguna a nadie, mucho menos a mí misma.  En lugar de ello, haré lo posible por acercarme más a las personas para conocerlas, entenderlas y aceptarlas como son.

Meta 2: NO ME TOMARÉ NADA COMO PERSONAL. Está comprobado que la gente pierde demasiado de su tiempo resolviendo conflictos inventados por ellos mismos.  Resulta que cuando pensamos mal de alguna situación o de alguien - por ejemplo, que alguien te vio mal, que no te quiere hablar, que lo hizo a propósito, que no le caes bien, que te quiere perjudicar, etc. - nos equivocamos el 80% del tiempo.  Es decir, que sólo el 20% de las veces estamos en lo correcto.  Así que este año decido no tomarme nada personal y pensar que todo lo que "siento" que los demás hacen en contra mía NO es a propósito y que seguramente algo les está pasando que provoca dicha actitud, y así me aseguro que el 80% de las veces estaré en lo correcto. El otro 20, pues lo resolveré utilizando la meta 1.

Meta 3: NO PROCRASTINARÉ.  No, eso no está relacionado con ninguna función biológica del cuerpo humano.  Procrastinar es, según la santa Wikipedia: "la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse y que pueden generar incomodidad, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables".  En buen chapín se llama "hechar la hueva". Me declaro un tanto culpable. Sin duda tanto en mi vida laboral como personal necesito salir de mi zona de confort y hacer lo que debo, cuando debo y hacerlo mejor de lo que lo hago ahora.  No es que no me dedique, o no haga nada... pero sí puedo hacerlo mucho mejor; y si hasta ahora me ha ido bastante bien procrastinando un poquito, no puedo ni imaginarme cómo me irá si doy todo de mí y más... ¡el cielo es el límite!

Meta 4: ME VOLVERÉ UNA OPTIMISTA INTELIGENTE.  Este término lo acabo de aprender y es más que perfecto para esta meta. Ya basta del "NO PUEDO" (que me lleva a no arriesgarme) y también del "¡SÍ! PAN COMIDO" (por el que luego no termino lo que empiezo, o no me va tan bien como esperaba porque no estaba tan fácil). Ahora seré optimista en lo que emprenda, pero de una forma inteligente meditaré en mis desafíos y oportunidades, tomaré riesgos pensados, buscaré soluciones viables y realistas y perseguiré mis sueños dando todo de mí misma y al mismo tiempo estando consciente de mis puntos débiles y mis fortalezas. Y quizás lo más importante: SIEMPRE, pero SIEMPRE buscaré el lado positivo de cualquier situación desafiante en la que me encuentre.

Meta 5: HARÉ EL BIEN SIN ESPERAR NADA A CAMBIO. En general, me gusta servir a los demás.  Que los esté sirviendo bien, no estoy segura.  Este año quiero ponerme la meta de estar más consciente de las necesidades de los que me rodean y ser más empática. Ayudaré desinteresadamente a quién lo necesite y buscaré oportunidades para hacerlo sin esperar a que me pidan ayuda. Qué esta meta tiene el riesgo de que alguien se aproveche de mí, por supuesto, pero para ese tipo de pensamientos está la meta 2.

Meta 6: DISFRUTARÉ LA VIDA COMO VENGA. Reiré más, lloraré cuando lo necesite, buscaré la belleza en las cosas sencillas de la vida, disfrutaré de la naturaleza, seré de nuevo una niña al lado de mi hija y mis alumnos, disfrutaré a mis amigos, diré a mis seres queridos cuánto los aprecio, veré los problemas como oportunidades para crecer, no me preocuparé más de lo necesario por mi apariencia pero sí haré lo posible por sentirme bella tanto por dentro como por fuera, haré cosas nuevas, disfrutaré de las cosas que me gustan, leeré lo que desee, expresaré mis sentimientos, contaré mis bendiciones y agradeceré por ellas, me amaré más para poder amar mejor a los demás, me preocuparé menos de lo que piensan los otros y me reinventaré cuando así lo sienta necesario. En pocas palabra, seré más feliz.

Dicen que para que una meta se cumpla ésta se debe escribir y compartir; así que habiendo cumplido con ambos requisitos, todo apunta a que me irá bastante bien.  Yo estoy más que dispuesta y con el típico entusiasmo de inicio de año. Sin duda, el 2012 está más que complacido con el trato que hemos hecho, así que yo espero lo mejor de él... además, tengo el presentimiento de que valdrá la pena, cambiará mi vida, y cuando éste se acabe hasta lo voy a extrañar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario