jueves, 21 de abril de 2011

Si mañana se acabara el mundo

Si mañana se acabara el mundo...


Me levantaría más temprano de lo normal y haría la oración más larga de mi vida, dándole gracias a Dios por todo lo que me dio y lo que me permitió vivir.

Luego iría a la cama de mi hija y me tomaría al menos una hora para verla fijamente sin despertarla y admirar cada parte de ella, al igual trataría de recordar todos los hermosos momentos que pasamos juntas.

La despertaría y jugaría con ella lo que quisiera. Seguramente me arrepentiría por no haber jugado tanto con ella antes y trataría de hacerla feliz en ese último día. Le cantaría todas las canciones infantiles del mundo y le enseñaría todos los juegos que por "falta de tiempo" no había podido.

Tiraría la computadora a la basura.  O quizás primero la destruiría por hacerme perder tanto el tiempo que pude haber pasado con la gente que amo.  Lo mismo haría con la televisión, el dvd y el celular.  

Me bañaría, me pondría mi atuendo favorito, me maquillaría pero no pasaría más de un par de segundos en el espejo. Me imaginaría bella y me sentiría única y especial, como siempre debió haber sido.  Recordaría que la belleza es interna y me pondría la meta de ser la mejor persona que puedo ser. 

Iría a visitar a mi madre, padre y hermanos para decirles cuanto los amo y lo mucho que aprecio el apoyo y amor incondicional que me han dado durante tanto tiempo. Lo mismo haría con mis pocos amigos verdaderos.

Iría un momento al parque para admirar la naturaleza y la belleza de nuestro hermoso planeta.  Tocaría la grama y olería las flores, por última vez. 
Me subiría a mi carro e iría hasta la playa.  Me encantaría verla por última vez.  Oir el sonido de las olas y sentir la brisa del mar.  Me relajaría como debí haberlo hecho toda mi vida para disfrutar de las maravillas que me rodeaban.

Saldría a buscar a las personas tristes y haría todo lo posible por hacerlas reir.   Les regalaría todos mis bienes hasta que no me quede uno solo.

Luego regresaría a casa y me sentaría en mi silla mecedora y vería todas las fotos que he tomado en mi vida.  Me esforzaría mucho por reir y llorar al verlas para poder llevar esos recuerdos grabados en el fondo de mi alma.

Le contaría mil cuentos a mi hija.  Le hablaría de Dios y Jesús, y de la bendición que tenemos de volver a vivir algún día gracias al Sacrificio máximo de nuestro Salvador.  Le diría que no tenga miedo, que nos volveremos a ver de nuevo y las cosas serán mejores y más hermosas que en esta tierra.

Entonces dormiría a mi nena en mis brazos con canciones, palabras dulces, abrazos y miles de besos y no podría dejar de verla y besarla.

Finalmente, haría un examen de conciencia y pediría perdón a Dios por aquellas cosas que dejé de hacer, palabras que debí decir y no dije, y los corazones que herí. Pero especialmente le pediría perdón por no haberle dado el lugar que Él merecía en mi vida.  

Sin duda me arrepentiría de muchas cosas... Principalmente por no haberle dado a mi hija más de mi tiempo, por no haberle tenido más paciencia (y sin duda lloraría amargamente), por no haberle dicho a mis seres queridos que los amo y gracias tanto como debería. Por no haber sido lo suficientemente libre y reprimir mis sentimientos, por darle a lo material más importancia de lo que debía.  Por estresarme por cosas insignificantes y enojarme por lo que no valía la pena.  Por no haber servido más y mejor. Por no haber sido más feliz habiendo podido.

También pensaría en las cosas bellas, los momentos con mi hija y mi familia, todas las veces que sentí satisfacción por haber ayudado a otros y cuando me ayudaron a mí, el olor de mis comidas favoritas, el sonido de la lluvia en el techo de mi humilde casa, la bendición de haber tenido ropa, comida, trabajo y especialmente amor.  Y  no me arrepentiría por mis decisiones, sino que agradecería a Dios por todo lo que de ellas aprendí y viví.  

Terminaría mi día con una oración y me iría a dormir con la conciencia tranquila y el alma preparada.  Y sólo esperaría el final...

Mis queridos amigos, al terminar de escribir me di cuenta de lo más hermoso: ¡El mundo no se acaba mañana!... ¿O sí?  

¿Por qué esperar a saber que es nuestro último día en la tierra para darnos cuenta de todo lo bello que tenemos en la vida, para dar lo mejor de nosotros y acercarnos a quienes amamos, o para vivir la vida al máximo?

Después de haber reflexionado en esto (y llorado como una hora sólo de imaginármelo) decidí empezar a vivir cada día de mi vida como si fuera el último, porque realmente puede serlo.  

Y tú, ¿qué harías si mañana se acabara el mundo? 

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