miércoles, 14 de agosto de 2013

FRENTE AL ESPEJO

Hoy me vi en el espejo y por primera vez en mucho tiempo me amé completa.

Me amé gordita, porque es muestra de que aún en los momentos difíciles Dios me bendijo con abundancia.

Amé mis pies cansados y un poco agrietados, porque dan testimonio de que el trabajo nunca ha faltado.


Amé mis arrugas alrededor de la boca, porque demuestran que en el camino recorrido he sonreído demasiado.


Amé mis brazos que me recordaron los amigos que me han llenado de abrazos de alegría y de consuelo.


Amé mis varias canas, que atestiguan las pruebas que he vivido pero que me han hecho más fuerte.


Amé mis cicatrices, especialmente la que dejó la huella del milagro que me permite ser madre.


Amé mis ojos, porque pude ver reflejada el alma de mi familia y el maravilloso legado que me heredaron.


Me vi respirar y amé mi vida, porque supe sin duda que soy una hija de Dios, que Él me ama como soy y por un momento pude verme como Él me ve... y ¡Cuánto me amé!